El estrés del divorcio
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“Estoy hundida, destruida, no puedo concentrarme en nada, estoy obsesionada con él, llena de pena y, al mismo tiempo, con una rabia atroz. No puedo seguir con él pero me cuesta enormemente vivir sin él ”.

“Sé que lo mejor es que nos divorciemos; en realidad, la decisión es mía. Pero me siento asustado y solo. Temo que mi ex mujer me dificulte la relación con mis hijos, no saber cómo organizarme con ellos, no saber cuidarlos y terminar perdiéndolos”.

“Durante quince años creía que estaba construyendo algo. Tenía mi familia, mis hijas, una bonita casa, un trabajo razonable…vivíamos bien. Ahora todo se ha ido. Lo he perdido todo. Vivo en un apartamento con vistas al vacío”.

Las frases anteriores reflejan el estado emocional de tres personas que se encuentran en proceso de divorcio. Probablemente muchas otras que estén atravesando este proceso puedan sentirse reflejadas en alguna de ellas. Son expresiones comunes en personas que afrontan una situación de estrés tan importante como es la pérdida de una relación afectiva y sus consecuencias.

Es conveniente recordar que el divorcio y la separación ocupan los primeros puestos en la “Escala de sucesos estresantes”, sólo por detrás de la muerte de un ser querido.

Cuando una pareja toma la decisión de separarse, cada miembro queda profundamente afectado. Cuando la separación no es de mutuo acuerdo, y también en este caso, el miembro que decide separarse puede experimentar emociones diferentes al que se ve abocado a ella (generalmente, culpa y vergüenza frente a rabia y dolor) pero los estudios muestran que ambos padecen aproximadamente el mismo grado de confusión emocional.

La brevedad o duración de la relación tampoco parece marcar una gran diferencia a la hora de experimentar estrés.  Nuestra experiencia como terapeutas que trabajan con personas en proceso de divorcio y divorciadas nos indica que el sentimiento de duelo por todas las pérdidas que se sufren puede ser tan profundo en una relación de tres años como en una de veinte. El apego o vinculación afectiva suele consolidarse en los primeros dos o tres años de relación por lo que, una vez creado, su ruptura suele ser traumática.

No hay dos personas que experimenten de la misma manera la separación y el divorcio.  Pero los estudios realizados al respecto sí que identifican determinadas etapas emocionales por las que atraviesan, en mayor o menor medida, todas las personas que viven estos procesos.

Lo importante es tener presente que tras estas etapas llega la recuperación porque todo el estrés, todo el terremoto emocional que provoca un divorcio, pasa, es transitorio. Que tenga una intensidad mayor o menor, que dure más o menos y que se repita en el tiempo, dependerá de la actitud y de las decisiones que vayan tomando las personas inmersas en el proceso para reconstruirse.

En nuestro próximo artículo, hablaremos sobre las etapas emocionales del divorcio para que puedan ser identificadas y reconocidas para así poder normalizarlas, manejarlas y salir reforzados.

 

Araceli HernaizEscrito por Araceli Hernaiz

Directora de Beck Psicología desde 1990, desarrolla funciones de Psicoterapeuta, interviniendo en distintos trastornos psicológicos en el Área de Adultos, y de Mediadora Familiar en Procesos de Ruptura de Pareja.


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