Adaptación a la jubilación
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En la actualidad la jubilación es una fase de la vida firmemente consolidada, lo cual no significa que se considere una transición agradable. De hecho, todavía persiste el estereotipo de que jubilarse es perjudicial, tanto desde un punto de vista emocional como físico. Se considera además una importante pérdida de posición social, inactividad forzosa e inutilidad que provoca patologías y acelera la muerte.

Una de las claves en el grado de satisfacción que puede proporcionar la jubilación es la actitud que adoptemos frente a la misma; por ello es importante la preparación emocional para esta transición durante un período previo y suficientemente amplio. Los cambios radicales de actividad pueden generar desde leves problemas de adaptación hasta importantes problemas depresivos.

En el proceso de adaptación del período laboral a la jubilación, se pueden identificar algunas fases:

  • Pre-retiro: Son fundamentales las actitudes y expectativas previas al abandono del mundo laboral, es decir, cómo nos vemos sin trabajar.
  • Luna de miel: Nada más dejar el trabajo se disfruta de libertad y se preparan múltiples actividades de tiempo libre.
  • Período de decepción: Sentimiento de que falta algo. En esta fase o bien se dedica a un exceso de actividades y se agota o bien se siente inútil y sin nada productivo que hacer.
  • Período de reorientación: ¿Cómo deseo que transcurra esta etapa de mi vida?
  • Período de estabilidad: Acomodación.

Veamos algunos factores de predisposición positiva a la jubilación:

  • Descenso paulatino de la actividad laboral.
  • Realización actividades extralaborales satisfactorias en los años anteriores.
  • Planificación previa de las actividades en el nuevo período.
  • Nivel socioeconómico alto.
  • Buenas relaciones de pareja y sociales.
  • Actitud positiva, personalidad flexible y buena adaptación a situaciones previas de cambio.
  • Buen estado de salud.

Impactos negativos de una jubilación no aceptada pueden ser:

  • Área psicoafectiva: Trastornos de ansiedad, depresión, soledad, disminución de autoestima, déficits de comportamiento, trastornos psicosomáticos y problemas con el alcohol.
  • Área conductual: Desestructuración de hábitos de higiene, alimentación, ejercicio físico, hiperactividad o pérdidas de tiempo, desajustes en relaciones de pareja, consumos alterados (tabaco, alcohol, comida)
  • Área cognitiva: Ideas de inutilidad, prejuicios, pensamientos obsesivos sobre vacío, baja concentración y escasa capacidad para tomar decisiones.
  • Área social: Deterioro de relaciones interpersonales, dependencias y desvinculaciones, cambio de rol en diversos ámbitos sociales.
Lola HerreroEscrito por Lola Herrero

En la actualidad, ejerce sus funciones como Psicoterapeuta en el Centro Beck Psicología en el Área de Adultos y dirige el Departamento de Atención Psicológica a Mayores.


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